sábado, 28 de abril de 2012

Un juego inocente

Comentando un día sobre las historias de fantasmas de mis alumnos y antes de la creación de este blog, la señora de la limpieza de mi casa hace una breve participación. Comenta que su hija siempre lo culpaba a "Beto"  por hacerla asustar rozándole  desde el hombro al codo con un toque suave, como peinándola con sus manos. Así que la reacción de la chica era decirle: "Beto retiráte, dejame de molestar". Lo hacía hasta con una sonrisa cómplice, quizás, -me imagino- por lo cotidiano del gesto. 
En ese momento le pregunto inocentemente: "¿Pero que tiene de malo si el hijo quiere asustar a su mamá?". Todo chico a veces toca a alguien y se esconde. Lo dije por la forma natural que su hija respondía al hecho. 
No, me dice ella, Beto es el hermano y está muerto. Lo que pasa es que es un acto cariñoso que hacían  cuando él estaba vivo.
Ella sabe que su hermano esta presente cada vez que su hombro es recorrido tiernamente, porque no todos los espíritus nos quieren asustar. 

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